domingo, 29 de junio de 2008

La Paciencia y la Salvación

La Paciencia y la Salvación

En el caminar de mi vida, entre todos mis errores, faltas, pecados, y también aciertos, me he dado cuenta que, frecuentemente, entre la decisión de obrar mal u obrar bien, existe una línea muy delgada que divide ambos caminos, y esta se llama paciencia. El ímpetu de tomar una decisión apurada, de reaccionar antes de pensar o de defenderse airadamente ante una aparente injusticia, me ha llevado, muchas veces, a errar, ofender o, en fin, manifestar aún mayor injusticia que la recibida. Pero, al reflexionar sobre estas circunstancias, puedo percibir que si esta delgada línea, llamada paciencia, no se hubiese roto, los resultados de dichas acciones habrían sido muy distintos.

Aún que quizás nos podemos preguntar: ¿Qué podemos ganar con tener paciencia ante las dificultades, o aún ante las injusticias? ¿Qué provecho hay en la paciencia, en un mundo tan duro y competitivo? Y si quiero obtenerla ¿Quién me la puede dar? ¿De donde la voy a sacar si no la veo en mi? Pienso que estas preguntas tienen respuestas. Te invito a una lectura, que ciertamente nos va a ayudar a encontrarlas.

El apreciado y conocido poeta y compositor de salmos, David (el rey David), escribió un salmo que habla mucho de este tema, el Salmo 37. Voy a transcribir aquí algunos pasajes de este salmo (que dicho sea de paso, es un poema acróstico, o sea, que la letra inicial de cada estrofa tiene un orden o significado especial, y que, en este caso, es todo el alfabeto hebreo). Los versículos 7 y 8 dicen así: “7 Guarda silencio ante el SEÑOR y espera en Él con paciencia; no te irrites ante el éxito de otros, de los que maquinan planes malvados. 8 Refrena tu enojo, abandona la ira; no te irrites, pues esto conduce a mal(1).

El primer consejo del salmista ya parece bastante difícil. Guardar silencio antes las dificultades, ante las aflicciones o aún ante las injusticias no es fácil. Normalmente hablar, reclamar y responder nos parece lo más lógico en estas situaciones. Pero, ¿qué significa este “guardar silencio?” ¿Es nunca decir nada a Dios acerca de mis dificultades? ¿Significa tragarme todas estas cosas estoicamente? No, no es exactamente esto. El versículo 5 de este mismo salmo nos ayuda a entender esto: “5 Encomienda al SEÑOR tu camino; confía en Él, y Él actuará.(1). Este silencio del que habla David, no se trata de un silencio eterno y permanente, sino, se trata de una actitud del corazón para con Dios. El guardar silencio, por un momento, significa reconocer que la mejor solución para mis dificultades no está en mis reacciones, no está en mi inteligencia ni en mi sabiduría, sino que, está en la orientación divina. Al guardar este silencio, me doy el tiempo de encomendar a Dios mis acciones, de encomendarle a Él la actitud que debo tener ante la dificultad. Y, sobre esta confianza, se establece una promesa divina: “Él actuará”. Esto no significa que siempre voy a escuchar la voz de Dios en forma explícita, pero tendré mayor paz, y la confianza y seguridad de Su dirección.

Sin embargo, el salmista nos recuerda que para que tengamos esta actitud delante de las dificultades, necesitamos una gran cualidad, la paciencia. Y en estos versículos se da un ejemplo extremo, la paciencia ante el éxito de quienes planean cosas malvadas. David nos da este ejemplo para enseñarnos dos grandes razones para tener paciencia. La primera es que la impaciencia e irritación nos conduce a obrar mal (vs. 8). Los resultados de una acción impaciente o irritada son más frecuentemente catastróficos e irreversibles, que provechosos. La segunda razón está en el plano de la justicia divina: “9 Porque los impíos serán exterminados, pero los que esperan en el SEÑOR heredarán la tierra. 10 Dentro en poco los malvados dejarán de existir; por más que los busques, no los encontrarás.(1) Las malas obras del ser humano aguardan un juicio de parte de Dios y así también aquellos que persistan en hacer el mal. Por esta razón nuestra irritación o impaciencia no tienen razón de ser, pues no pueden obrar la verdadera justicia de Dios.

En realidad, no es fácil caminar en estas cosas. Principalmente cuando hablamos de paciencia. Pero el Dios, que inspiró a David a escribir estas palabras, tiene una reserva inagotable de estas cualidades para compartirla con nosotros, si se la pedimos. Él se dispuso a darnos estas provisiones por medio de Jesucristo. En Él, podemos alcanzar lo que nuestras capacidades humanas no alcanzan.

Si hemos decidido entrar por el camino que conduce a la salvación, ¡cuanto necesitamos la paciencia que viene de Dios! Solo con ella podemos permanecer en este camino hasta el fin.

Me gustaría dejarlos con una promesa, incluida en este mismo salmo, para aquellos que toman la decisión de confiar en Dios en todos sus caminos y recibir de esta paciencia que proviene de Él.

3 Confía en el SEÑOR y haz el bien; establécete en la tierra y mantente fiel. 4 Deléitate en el SEÑOR, y Él te concederá los deseos de tu corazón.(1).


¡Un abrazo a todos!



(1) Salmo 37: 3-10; Santa Biblia, Nueva Versión Internacional. Sociedad Bíblica Internacional. Miami, 1999.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola
Hoy al leer nuevamente tu mensaje, me doy cuenta que aunque sé las cosas que tu mencionas a veces es bueno que te las recuerden, asi que te agradezco por ello y, bueno seguiré pidiendo paciencia y confiando en lo que tenga Dios para mi, aúnque tardaré la respuesta.
Dios tiene el control...
un abrazo.
Irene.

Anónimo dijo...

hola acabo de leer el mensaje y al igual que tu creo que el Señor siempre pone su corazon en lo que hacemos, por eso a traves de su palabra nos enseña para que dia a dia vayamos siendo moldeados y asi alinear nuestro corazon con el del Señor.Por eso el Señor dice Bienaventuradoslos que oyen la palabra de Dios, y la guardan Bendiciones.
un abrazo.
ema_viveros@hotmail.com

Anónimo dijo...

Hola me llama la atencion tu nombre como el que sale en cronicas,quien pidio a Dios para que fuese cambiada su vida, pidio y le fueron concedidas las peticiones de su corazon,asi tambien el Señor nos escucha hoy,y responde.
bendiciones.
un abrazo
emita.

Anónimo dijo...

Estimado hno., estoy en un momento de aflicción muy grande y cuesta no decir nada cuando se acostumbra a responder humanamente, pero Dios es sabio y bueno, si él nos indica el camino a seguir es porque es lo mejor para nuestras vidas. Estas palabras escritas vienen a tranquilizar un corazón afigido. Gracias,

Romy