sábado, 9 de febrero de 2008

Salvación x Salvación x Salvación (1ª Parte)

En cierta oportunidad, un joven se acercó a Jesús y le hizo una de las preguntas que más inquietan al hombre moderno, "¿Qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?"(1).

Antes de responder esta pregunta al expectante joven, Jesús le hizo otra pregunta: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios"(1). Y a continuación, el Señor cita algunos de los Mandamientos, dando a entender que guardarlos era parte importante del camino a la vida eterna.

Agradado de la respuesta de Jesús, el joven expresa animadamente que desde pequeño ha guardado todos los Mandamientos. Pero sorpresivamente, Jesús le añade un segundo requisito: "Una sola cosa te falta: vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; Luego ven y sígueme"(1).

La segunda respuesta de Jesús dejó al joven impávido. Él no imaginaba que algo así fuese necesario para seguirlo y alcanzar la vida eterna. Y, como el mismo relato expresa: "Ante estas palabras se anubló su semblante y fuese triste, porque tenía mucha hacienda"(1).

Si leemos, con alguna atención, el texto de los evangelios, percibimos que uno de sus enfoques principales es la salvación de humanidad. ¿Pero qué es esta salvación y cómo se alcanza? Pienso que este relato, acerca del encuentro de aquel joven con Jesús, nos ayuda a entender un poco más la respuesta a estas dos preguntas.

Parece un poco curiosa y fuera de contexto, la primera pregunta que le hace Jesús a aquel joven: "¿Por qué me llamas bueno?", principalmente, si creemos y afirmamos que sí Jesús era y es bueno. Pero al conocer un poco más de la cultura judía y de sus conocimientos de la Biblia (del Antiguo Testamento) descubrimos que una de sus enseñanzas era: "No hay quien haga el bien; no hay ni uno solo"(2). O sea, ¿cómo el joven podía decir que Jesús (como hombre) era bueno, si la Biblia enseñaba que nadie era bueno sino sólo Dios? Podemos entender que esta pregunta de Jesús era un "jaque mate" de fe... ¡¿Por qué?! ¡Porque la afirmación "maestro bueno" de aquel joven solo seria correcta si él creía que Jesús había venido de parte de Dios y era igual a Dios! Si él no creía esto, entonces la forma como él se estaba acercando al Señor era equivocada al decirle "maestro bueno". En realidad, Jesús estaba preguntándole, en forma muy delicada: "¿Tú crees en el Hijo de Dios? ¿Crees que aquél a quien estas deseando seguir es venido de parte de Dios?".

El primer paso para que el hombre alcance salvación y la vida eterna es el creer que Jesucristo vino de parte de Dios y es igual a Dios. La primera pregunta del Maestro a aquel joven, lo llevaba al primer plano de la salvación, la fe en que Jesús es el Hijo de Dios.

Pero era necesario avanzar más, había un paso más que dar en el camino a la vida eterna. Entonces vino la segunda pregunta del Señor...

(continua)

(1) San Marcos 10: 17-22; Sagrada Biblia, versión Nacar-Colunga, Editorial Católica S.A., Madrid, 1964;
(2) Salmo 14:3; Ibíd.

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